Y llega él

     Miro a mi alrededor y no sé dónde estoy. Me siento en la mesa del fondo sin saber muy bien que hacer. Las paredes son de color azul, la que tengo a mi espalda tiene multitud de nubes pintadas aleatoriamente. Mi mesa cojea levemente. Todo el moviliario es de color blanco: las mesas, las estanterías, el mostrador... Hay dos sillas en cada una de las redondas mesas, y son todas distintas. Algunas son de madera y otras de metal, altas y bajas, con reposabrazos y sin él, muy decorativas y meramente funcionales. La ventana de enfrente de mi mesa está abierta y una suave brisa hace ondear las cortinas amarillas. Salvo por las paredes y las cortinas, el único toque de color lo proporcionan los lomos de los libros de repostería y los pastelitos del mostrador de mil colores cuyo olor te hace cosquillas en la nariz. De repente la puerta se abre y llega él. El mundo se para con el sonido de la campanilla que cuelga sobre la puerta. Dejo de notar el cosquilleo en la nariz y el mundo se vuelve en blanco y negro.


29/6/17

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