Polvo de cenizas

     Desde fuera debo parecer casi tan estúpida como me siento, aquí con los ojos llorosos e intentando recomponer aquella vida que tenía. Rebusco entre la basura como cualquier sin techo pedazos de mi antigua "yo", esos que ya no encajan en ningún sitio y aquellos que con el caos de la tormenta se acabaron desintegrando. Ya no reconozco a aquellos cuyas expresiones amables tanto me reconfortaban y apenas recuerdo la letra de mi canción favorita. Me paso el día escribiendo o fingiendo sonrisas para todo aquel que tenga la osadía de quererme e intentar caminar a mi lado, con todo lo que ello supone.

     Aún no he llorado desde que aquellos se fueron llevándose con ellos mi vida y la poca cordura que tenía. Y cuando digo llorar, no me refiero a una lágrima furtiva al tropezarme con algún recuerdo o a un llanto sin sentido y razón aparente, sino a aullarle a la Luna, al Sol y a todo el Universo en su conjunto. No, no lo he hecho. Sé a ciencia cierta que lo haré, que me romperé en aún más pedazos, que ni mi sombra quedará entonces. Lo quemaré todo: las fotos, los pequeños detalles que dejaron atrás, todos los textos que escribí cuando creía mi vida perfecta y a mí con ellos. Y ni si quiera entonces podré llorar lo suficiente como para aplacar las llamas. Quizá después consiga resurgir de las llamas como el ave fénix, quizá entonces sólo sea polvo de cenizas.

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