Te quiero

Te quiero.
Te quiero conocer.
Te quiero besar.
Te quiero ver.
Te quiero mimar.
Te quiero cuidar.
Te quiero olvidar.
Te quiero escuchar.
Te quiero cantar.
Te quiero querer.
Te quiero matar.
Te quiero sentir.
Te quiero amar.
Te quiero odiar.
Te quiero sin más.
Te quiero.
Son tan solo dos palabras, tan ambiguas y tan cargadas de significado a la vez. A veces son sólo un susurro y otras un grito que rompe en añicos un silencio perfecto. Pueden provenir de los labios de la persona a la que adoramos y por la que daríamos con gusto nuestro tiempo (que vale mucho más que la vida), o de aquella de la que escucharlo no suena tan placentero, sino que te gustaría mandar a paseo todas esas pelis de amor que ves a escondidas para que nadie vea como te emocionas.
Una expresión maravillosa que todos en el fondo ansiamos escuchar ya sea del amor de nuestra vida a la luz de las velas en una noche estrellada o de aquel amigo con el que decidimos compartir la vida, siendo apenas un mogollón de letras sin sentido entre carcajadas.
Un juramento de eternidad que, amenudo se utiliza demasiado rápido y sin pensar en el compromiso que implica. Un “te quiero” es una promesa de carácter vital, es un “quiero todo contigo” que se hace infinito en aquel momento y espacio en el que es pronunciado.
Piensa bien en su significado cuando rocen tus labios, y no las digas en vano, no ensucies así un mantra tan bello, pues un “te quiero” vacío no es más que una espina sin rosa.


20/10/16

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