Érase una vez una niña muy tonta, pero que muy tonta. Se pasaba el día haciendo tonterías y riendo sin parar, corría de un lado para otro y era muy feliz, pero que muy feliz. Era tan feliz y tan tonta que un buen día cayó en las mentiras, que le eran desconocidas. Ese mismo día aprendió lo que significaba sentir dolor y, a partir de entonces, siguió con su vida siendo un poquito menos tonta y un poquito menos feliz.


30/7/17

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al gran amor de mi vida

Mi luz propia

Entrada rápida de desahogo