Las mentiras tienen las patas muy cortas, o eso dicen. Me pregunto cuánto tiempo tardarán mis conocidos en darse cuenta de la mía, de quien soy en realidad. Lo he escondido bien, sólo algunas personas de mi entorno y que han decidido mirarme dos veces se han percatado de que hay algo raro en mí, que no soy lo que aparento ser.
Para todos soy la chica loca y risueña, a la que todo le da igual y que nunca se rinde. Pero se equivocan. No pueden errar más respecto a mí. No soy para nada risueña cuando hundo la cara en la almohada y lloro por las noches, y tampoco soy tan fuerte cuando me dejo vencer bajo el agua de la ducha. ¿Qué todo me da igual? Claro, por eso no dejo que nadie conozca mi debilidad. ¿Loca dices? Qué más quisiera yo, dicen que los locos, los borrachos y los niños dicen siempre la verdad.
Me cubro tras una sonrisa y una fachada de chica dura porque me siento incapaz de dejar que los ojos de los demás vean como me rompo en trocitos cuando algo me hiere. Es un arma de doble filo pues, aunque nadie sepa de mi dolor al creerlo inexistente, todos piensan que pueden decir y hacer lo que les plazca, porque a mí no me duele nada.
Escondo mis inseguridades bajo capas y capas de sarcasmos e ironías, y el miedo al rechazo tras la falta de interés por mi parte. Soy de las que se apuntan a un grupo de teatro teniendo miedo a hablar en público para demostrar a todos que no sé lo que es el miedo. Río, salto, bailo mientras lloro por dentro porque odio que sientan lástima por mí. No quiero amor en mi vida porque no quiero nada que pueda romperme.
A veces, logro convencerme a mí misma de mi gran mentira, hasta que algún golpe me devuelve a la realidad sin que pueda yo hacer nada para evitarlo. Entonces ¿cuándo lo harán? ¿Cuándo descubrirán que no son sino los amigos de una mentira? ¿Qué no soy quien ellos piensan? ¿Cuándo se darán cuenta de que no soy lo que ellos quieren?
Para todos soy la chica loca y risueña, a la que todo le da igual y que nunca se rinde. Pero se equivocan. No pueden errar más respecto a mí. No soy para nada risueña cuando hundo la cara en la almohada y lloro por las noches, y tampoco soy tan fuerte cuando me dejo vencer bajo el agua de la ducha. ¿Qué todo me da igual? Claro, por eso no dejo que nadie conozca mi debilidad. ¿Loca dices? Qué más quisiera yo, dicen que los locos, los borrachos y los niños dicen siempre la verdad.
Me cubro tras una sonrisa y una fachada de chica dura porque me siento incapaz de dejar que los ojos de los demás vean como me rompo en trocitos cuando algo me hiere. Es un arma de doble filo pues, aunque nadie sepa de mi dolor al creerlo inexistente, todos piensan que pueden decir y hacer lo que les plazca, porque a mí no me duele nada.
Escondo mis inseguridades bajo capas y capas de sarcasmos e ironías, y el miedo al rechazo tras la falta de interés por mi parte. Soy de las que se apuntan a un grupo de teatro teniendo miedo a hablar en público para demostrar a todos que no sé lo que es el miedo. Río, salto, bailo mientras lloro por dentro porque odio que sientan lástima por mí. No quiero amor en mi vida porque no quiero nada que pueda romperme.
A veces, logro convencerme a mí misma de mi gran mentira, hasta que algún golpe me devuelve a la realidad sin que pueda yo hacer nada para evitarlo. Entonces ¿cuándo lo harán? ¿Cuándo descubrirán que no son sino los amigos de una mentira? ¿Qué no soy quien ellos piensan? ¿Cuándo se darán cuenta de que no soy lo que ellos quieren?
16/7/17
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